jueves, 24 de abril de 2008

Sueños rotos

La verdad es que cinco euros no iban a dar de mucho pero era su primera feria del libro y entre tanto puesto de segunda mano pudo encontrar uno que le llamó la atención. Y de hecho ni iba a tener que regatear ya que un folio escrito a mano rezaba escueto:

1 --- 3€
3 --- 5€


Y no iba a sacar otro libro más por esos cinco euros ni iba a comprar dos por cuatro. Se puso a hojear unos cuantos ejemplares, seguro que alguno le llamaría la atención. De momento sólo encontraba los típicos libros llenos de párrafos en los que las palabras parecían amontonarse como ladrillos de una fábrica abandonada, sin ninguna magia. Tras unas cuantas decenas lo dejó estar y fue en busca de otro puesto. A ver si había más suerte. Otro igual, la misma mierda.

Durante toda la mañana siguió tratando de encontrar aquello que andaba buscando, siempre rechazando el ofrecimiento de ayuda de los feriantes. Ya se limitaba a abrir y hojear durante un par de segundos cada libro antes de soltarlo para coger otro. A la hora de comer se le mezclaba la decepción con el cabreo. Estos libros eran una tomadura de pelo, una gran mentira. No tenía nada que ver la literatura que se vendía en los mercados con la que le prometieron cuando era pequeño. En ningún libro había batallas, viajes, amor o asesinatos. Sólo había letras, palabras, párrafos. Y él no sabía leer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

eso s lo ke me decían a mi de pekeña, por eso ejkribo tan mal.